"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente" (Mateo. 22:37)


¿Alguien se ha puesto a pensar que las debilidades del hombre son consecuencia de su relación con Dios?
Pertenecemos a una generación tan abierta que no tiene inconveniente en burlarse de tu filosofía de vida, mas aun si esta agarrada a una doctrina de un “Flaco con barba” que se le dio por venir a salvar al mundo.
Mucha gente considera como fanatismo religioso los “extremos” en que uno se dispone a vivir.
Es mirado como fanático aquél que se levanta y ora, da gracias a Dios, lee la Palabra, trata de seguir los preceptos de Cristo y enseña a sus hijos que hay cosas que ante sus ojos no son correctas.
Tratando de no someter nuestras mentes y la de nuestra familia a la televisión, donde la perversión, los mensajes de violencia y de auto-conformismo con la vida o la incomplacencia alejan el corazón del creyente.
No se trata de almas débiles, sino de personas que quieren estar limpias, puras y llenas de la sabiduría de lo alto.
Para muchos es locura, ¿Pero por qué considerar que una buena manifestación de la Palabra puesta en práctica es locura? ¿Por qué no pensar que la locura es aquella que desdibuja la creación misma, donde desaparecen los valores, donde el “todo vale” es cuenta corriente, donde las contiendas, separaciones, vicios, están más que establecidos en el vivir diario?
Somos ante los ojos de este nuevo mundo unos religiosos, unos idealistas chapados a la antigua, unos seres incapaces de aceptar los cambios totales en que se ve envuelta la sociedad.
A lo largo de los años se ha visto reflejado que a mayor ausencia de Jesús en el corazón del hombre, mas perversión, dolor y sufrimiento padecen las sociedades.

Él declara que si bien ha padecido por nosotros, también como fieles creyentes debemos seguir los preceptos que nos mandó ¿De qué sirve querer a alguien si no demostramos con amor que lo queremos realmente?
¿Acaso a nuestros hijos no les hacemos demostraciones de amor?
Esas manifestaciones pueden ser, un regalo, un tiempo de calidad, un abrazo.
Son esas cosas que el hombre ha dejado de hacer por Dios y para Dios.

Muchos piensan que diciendo –“Creo en Dios”- tendrán la salvación asegurada y no se dan cuenta que una relación con Él es más que eso: es compromiso,  fortaleza, crecimiento y cambio total de uno mismo.
Tampoco materializar al Salvador en una imagen o estampita promoviendo así una falsa doctrina y un alejamiento real de su verdadera presencia en nuestro corazón y nuestra vida, nos hará salvos.

No se trata de buscar nuevos caminos, se trata que tu filosofía de vida sea seguir a Cristo, hacer lo que el quiere que hagamos para una vida próspera, llena de paz y de favores.
Su palabra dice que no busquemos respuestas en otros libros, en otras temáticas creyendo que así añadiremos mayor conocimiento de la verdad sin darnos cuenta que podemos llegar a errar y confundir nuestro corazón y a los que nos rodean, ya que si Dios hubiese querido que estuvieran en las Sagradas Escrituras, lo hubiese hecho. ¿No lo crees posible? ¿Acaso no es capaz de hacerlo, siendo que creo un universo entero y todo lo que en él hay?
Apocalipsis dice:
22:18 Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere algo a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro.
22:19 Y si alguno quitare algo de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.

Son tiempos en que la ciencia avanza, las religiones aumentan, surgiendo así nuevos maestros que son tomados como verdaderos guías; pero ninguno dispuesto a morir por nosotros.
“La libertad” de estar sin un Dios se acrecienta más y más.
No nos damos cuenta que sin Él como centro todo se desmorona poco a poco.
Es el esqueleto de este cuerpo al que llamamos humanidad, sin Él solo somos retazos de lo que podríamos ser.
No me considero loca, y si lo soy, lo soy en Cristo.
Leo la Palabra, medito en ella, oro, ayuno, alabo al Señor con toda mi alma.
Pongo todo proyecto, sueño, decisión, en manos de mi Creador, porque de Él vienen las ideas, la fortaleza y las ganas de vivir de victoria en victoria.
Sabiendo que no solo recibiré la recompensa aquí en la tierra, sino también en el lugar que nos prometió cuando partamos.
No soy débil ni incapaz de realizarme en la vida, tampoco necesito algo sobrenatural a que aferrarme, simplemente aprendí a sentir la voz de Dios, de ese Dios vivo que se manifiesta y me da entendimiento de las cosas con amor y mansedumbre, mas allá de lo que el mundo diga.
Evangelizo a un Cristo resucitado, a uno que se muestra a aquellos que le buscan.
Pueden existir miles de interpretaciones, creencias y doctrinas, pero hay solo una que te acerca a Dios y es la sabiduría que te da el aceptar a Jesús como Señor y Salvador.
Es el Espíritu Santo quien te muestra cuando algo es real o no, cuando algo proviene de Él o de la sabiduría del hombre. Solo hay que dejarse guiar esperando la respuesta que tiene preparada para nosotros.
No son cuentos, ni fábulas, hablo de transformar nuestras vidas por aquél que se dio a sí mismo, al mejor amigo y protector, al Rey de Reyes y Señor de Señores.
Que Dios te Bendiga.

Carelia Gajardo